martes, 29 de marzo de 2016

STAYCATION ¡Las vacaciones en casa también pueden ser muy divertidas!



Estas vacaciones de Semana Santa me agarraron desprevenida, sin planes, sin ideas de qué hacer y con mucho trabajo pendiente que requería urgente atención.  Me sorprendieron además cansada y triste por la repentina enfermedad y posterior fallecimiento de mi papá en Venezuela, a quien logré ver antes de que partiera, gracias a Dios!

Esto viene al caso porque buscando y buscando en internet sugerencias de qué hacer, adónde ir y cómo inventar algo divertido para pasarla bien con mi hija estos días (todo un poco a última hora), me tropecé con un concepto que no es nuevo pero que si pareciera hacerse cada vez más relevante, sobretodo en momentos en que quizá mucha gente se esté empezando a plantear viajar menos al extranjero y disfrutar más en el propio país de residencia, por aquello de la crisis, de gastar menos, del terrorismo…y pare de contar. 

Se trata del Staycation, vacaciones en casa, en el lugar donde uno vive.  Y es precisamente lo que hice con mi hija esta Semana Santa:  nos quedamos en Barcelona y disfrutamos muchísimo de todo lo que esta hermosa ciudad (que es ahora nuestro hogar) tiene que ofrecer.  


El aperitivo de la Semana Santa, de lo que estaba por venir, lo tuvimos el  lunes en la noche:  fuimos a la Iglesia de St. Georges Barcelona a escuchar al coro juvenil de la Universidad de Nottingham- Inglaterra- https://www.facebook.com/RevivalGospelChoir/, que estaban de visita en la ciudad. Un verdadero deleite, unas voces espectaculares y una alegría desbordante. 




Lunes, martes y miércoles durante el día fueron de trabajo para mí. Nada de tomarse la semana entera, no es posible esto cuando uno acaba de comenzar un negocio propio y todo depende de tu propio esfuerzo.  
Así que los días de verdadero descanso comenzaron el Jueves Santo. Ese día disfrutamos de un rico almuerzo familiar en casa con mi hermana y mi cuñado, un suculento pollo a la brasa con papas al horno, croquetas y alioli (una mayonesa con ajo y aceite de oliva, típica de estas tierras, que es una divinidad), un buen vino y una rica conversación.  


El Viernes Santo dormimos hasta media mañana (se nos “pegaron las sábanas” a ambas) y después de desayunar, jugamos una partida de ajedrez (a mi hija le encanta jugar ajedrez y me reta con sus movimientos estratégicos).  A la hora de la comida decidimos irnos al centro de la ciudad a comer en uno de nuestros
restaurantes favoritos de sushi, el Watatsumi https://www.watatsumi.es/. Lo rico de este lugar no es solo la comida sino que está ubicado en el último piso del Centro Comercial Arenas (antigua Plaza de Toros de Barcelona) con una vista envidiable de la Plaza España y el Museo de Arte Nacional de Catalunya.


Todavía con bastante viernes por delante, en la tardecita, decidimos irnos a nadar a la piscina municipal  para hacer un poco de ejercicio y divertirnos juntas en el agua.

El sábado nos quedamos en casa, adelantando los deberes escolares, mirando la tele, leyendo cuentos, tomándonos unas ricas siestecitas y haciendo un delicoso pastel de chocolate para celebrar la Pascua. 

La actividad central del domingo de Pascua fue en la Iglesia a la que asistimos cada semana –St George´s Church Barcelona http://www.st-georges-church.com. Un día muy especial, día de resurrección, de esperanza, promesa de vida nueva, del renacer de la fe y el amor.  Un día así había que disfrutarlo al aire libre y para ello nos fuimos al Laberinto de Horta, un espacio verde en la ciudad donde se puede pasar un rato estupendo en familia. 


El broche de oro de estas vacaciones lo pusimos el lunes en el Parque de Atracciones Tibidabo https://www.tibidabo.cat/, donde nos pasamos todo el día juntas disfrutando de lo que este lugar tiene que ofrecer.  Estuvimos felices, y lo que más me gustó fue que al final del día, antes de irse a la cama, mi hermosa hija me dijo estas frases tan agradecidas y conmovedoras:  
  •  “Gracias mami por organizar todas estas actividades.  ¿Sabes lo que más me gustó de todo lo que hicimos? 
  • -          ¿Qué fue lo más te gustó mi pequeña?
  • -          ¡Que te ví feliz, contenta y relajada!, me dijo con su amplia sonrisa y ese brillo en los ojos tan suyo. 
  • -           Si, lo sé. Yo me sentí muy bien mi amor, gracias por decirme esto, le respondí con un nudo en la garganta. 
  •  
Ella se durmió y yo me quedé pensando: “Huumm! Qué rico que te digan estas cosas tan bellas porque entonces la vida la pones en perspectiva.  Así que después de estos días hermosos y felices, comienzo la semana de trabajo con las pilas (las baterías) recargadas y el amor por mi hija al 1000 por ciento.



sábado, 14 de junio de 2014


Debemos enseñar a nuestros niños a enfrentar la violencia con más violencia?

Es obvio para mí, y estoy segura que para muchos de ustedes también, que la respuesta a esta pregunta es un rotundo NO. Lo que me sorprende es que haya muchos padres y madres para quienes la respuesta es un rotundo e inequívoco SI.

Paso a contar una anécdota de lo que presencié hoy en una fiesta de cumpleaños, la última de este año escolar a la que asistimos (¡gracias a Dios!). Lo que pasó me motivó a sentarme frente a mi computadora a escribir tan pronto como llegamos a casa:

Todo comenzó muy bien. Una gloriosa y soleada tarde de verano en un agradable parque de aventuras en la localidad de la costa mediterránea donde vivimos, era el ambiente perfecto para disfrutar y ver cómo nuestros niños se divertían. Había una serie de juegos y talleres al aire libre con los que mantener entretenidos a los pequeños. Luego vino la merienda, la torta o pastel de cumpleaños (que en este caso no era el pastel tradicional sino más bien una rosca con varios huevos Kinder de chocolate, uno para cada niño) y la apertura de los regalos por parte de los cumpleañeros. Después vino el rato para el juego libre, jugar y jugar, cada quien con quien quisiera, mientras los padres y madres hablábamos de las mismas tonterías de siempre. Hasta ahí todo muy bien.

De pronto vimos como un niño, por cierto uno de los más tranquilos, amables y educados de la clase de mi hija, venía corriendo hasta donde estaba su mamá, llorando desconsolado y con la mano sobre la sien derecha. Cuando su madre le apartó la mano para ver lo que le había ocurrido, lo que tenía era un hematoma enorme, lo suficientemente inflamado como para que no pudiéramos verle la mitad del ojo.

-          ¿Qué te pasó? ¿Te has caído? ¿Cómo ha sido esto?, le pregunto la madre sorprendida y ansiosa, pero en control total (¡ella también es elegante, educada y amable!)

-          No, no…, dijo él.

-          Pero entonces, ¿qué te ha ocurrido?, insistió la madre.

-          Ha sido fulanito de tal (no voy a utilizar nombres reales por razones obvias), me ha pegado con la raqueta de ping-pong.

-          Pero, ¿por qué? ¿qué ha pasado?, continuó la madre en su intento por indagar más en el hecho.

-          Bueno, estábamos jugando con la  raqueta de ping-pong, y él me la quería quitar… yo no quería que me la quitara…yo lo empujé y al final él pudo más que yo,  me la quitó y después de que me la quitó me pegó duro con ella en la cara.

De inmediato, la madre le comenta lo sucedido a la otra madre, y ésta fue a hablar con su hijo.  Al volver, ambas madres se sentaron y la madre del agresor (le tengo que llamar así porque no hay otra palabra para describirlo) le comenta a la madre del agraviado lo apenada que está y pide disculpas. Todo esto al tiempo que comenta lo siguiente a manera de justificación o defensa, o para empeorar más la cosa, la verdad es que no lo sé:

-          Qué pena, me siento mal, porque yo le he estado enseñando a fulanito que si le pegan que se defienda y devuelva el golpe, porque no puedo permitir que a mi hijo le peguen. El otro día le pasó con un niño en el colegio que le quiso pegar y a partir de allí le estamos enseñando a defenderse, dijo la madre del agresor. 

-          Bueno, pero por lo que me cuenta mi hijo lo que él hizo apenas fue empujarlo, y tu hijo respondió quitándome la raqueta a la fuerza y golpeándole en la cara. Me parece un poco desmesurada su reacción, dijo la madre agraviada.

-          Bueno, pero es que tiene que saber defenderse, agregó la madre del agresor.

-          Pero no es la mejor manera…, comentó la madre agraviada.

Y allí me metí yo en la conversación, porque no pude aguantarme más:

-          ¿Pero tu realmente crees que la violencia se debe enfrentar con más violencia?, le pregunté a la madre del agresor.

-          Claro, y si no, ¿de qué otra manera?

Los argumentos de que es mejor enseñar a los niños a comunicarse de manera positiva y asertiva para resolver conflictos cayeron en oídos sordos.

-          No, yo lo que creo es que tengo que advertirle que no puede pegar a los amigos de su clase…pero si es cualquier otro niño, pues sí, porque tiene que defenderse, insistió.

Insistí en mi argumento pero sin éxito. Hasta ahí lo dejé. Me levanté de la silla y me fui a hablar con otros padres y madres, de otros temas. Si algo he aprendido en esta vida es a administrar bien mis energías y la conversación estaba comenzando a indignarme y desgastarme.

Qué lástima que todavía haya familias que pierden una valiosa oportunidad de desalentar la violencia y en su lugar criar mensajeros de paz.  

lunes, 5 de agosto de 2013

Un verano de camping

El verano está de nuevo con nosotros, en pleno apogeo. En el lugar donde vivo en España las temperaturas no han bajado de 30 grados centígrados en los últimos días. Hace calor, mucho calor.

Me gusta el sol, la playa, el mar, la arena…, pero me pasa que llega un momento que me gustaría escaparme a la montaña o a la campiña, a un lugar un poco más fresquito.

Por eso este año, una parte de nuestras vacaciones las pasaremos en una hermosa zona de Cataluña, en La Garrotxa, en la provincia de Girona.

Y esta vez haré algo que si acaso he hecho una sola vez en mi vida:  me voy de camping con mi hija a vivir la aventura de dormir en una tienda de campaña, de disfrutar de la naturaleza, de hacer lo que nos apetezca, de mecernos en una hamaca, leer a la luz de una linterna y cenar mirando las estrellas.

Justo ahora estoy preparándolo todo, tengo una lista detallada de lo que necesito llevar para hacer que esta aventura sea lo más divertida posible. Ya tengo la tienda, los sacos de dormir, la cocinita portátil, la mesita para comer, las colchonetas, una linterna, la lámpara…y paro de contar, porque la de artefactos que llevo es impresionante.  

Creo haber navegado por internet lo suficiente buscando tips y consejos de expertos en esto del camping, como para sentirme más o menos confiada en que todo saldrá bien, aunque estoy clarísima que solo lo sabré cuando estemos allí y vivamos la experiencia!

Mi hija me pregunta todos los días cuándo nos vamos. La verdad es que yo estoy tan ilusionada como ella. Ya contaré cómo va todo.

 

 

viernes, 21 de septiembre de 2012

Viajar con mi hija


Escribo esto antes de que se me vaya completamente el saborcito de las vacaciones de verano. En la vorágine del día a día, yo de vuelta al trabajo y mi hija de regreso en su colegio, es fácil sentir que el descanso y el placer quedaron atrás. Pero lo recupero esta noche para contarles que la verdad es que salir de viaje con mi hija de 5 años es un verdadero placer.

!Todo listo para viajar¡ Foto: Mariusa Reyes
Mi pequeña es toda una aventurera y disfruta de los paseos, especialmente cuando vamos en el carro (el coche como dicen aquí en España). Desde muy pequeña ha viajado. Cuando apenas tenía dos meses y medio la llevamos en su primer viaje, que dicho sea de paso, fue maratónico.  Con mi hermana y mi cuñado viajamos desde el DF hasta Oaxaca, en el sur de México, en un carro alquilado y por un camino hermoso, de carreteras sinuosas y estrechas que nos llevó un poco más de seis horas.

Nuestro destino final eran las playas de Huatulco y sus alrededores. Paramos en Oaxaca unos días para conocer esa fascinante parte de México y descansar un poco antes de seguir a Huatulco. Al llegar a Oaxaca todos, incluída por supuesto mi pequeña, estábamos exhaustos. Durante la cena comentamos lo valiente y tranquila que se había portado durante todo el viaje. Desde allí supimos que sería una buena viajera.

Este verano fuimos a Collioure (en Francia) yo manejando por primera vez mi carro, solas mi niña y yo. Desde Barcelona es un trayecto que toma unas tres horas y de nuevo tengo que decir que Lucía no sólo se portó super bien, sino que disfrutó del paisaje, cantamos y hablamos- algo que a las dos nos encanta hacer- y hasta durmió plácidamente una buena parte del camino.

Como a mí me encanta viajar, cosa que he hecho desde que era muy joven, me fascina esto de tener una hija tan aventurera, adaptable, curiosa y flexible. En muchos aspectos - y éste es uno de ellos- me recuerda a mi mamá, que siempre fue una excelente compañera de viaje. Así que sueño con llevar a mi hija a conocer mundo, segura de que lo va a disfrutar plenamente.

 

 

viernes, 6 de abril de 2012

"Mamá, mira lo grande que estoy"

Mi hija está creciendo!  No que yo no supiera que iba a crecer (es la la ley de la vida…),  sólo que me toma un poco por sorpresa lo rápido y acelerado que es todo este proceso de ver madurar a los hijos.

Mi pequeña – que aún es pequeña, tierna e ingenua -, tiene apenas cuatro años y medio. De la noche a la mañana en estas vacaciones de Semana Santa parece haber crecido a pasos gigantescos. Ya es consciente del encanto y la fascinación que genera lo bella que es (y no debería decirlo yo que soy su madre, pero es la pura verdad, es bella!) de sus maneras tan dulces y cordiales, y esa simpatía que desborda donde quiera que va.

Hace apenas unos meses, la vestía yo cada mañana. Ahora quiere vestirse sola y decide qué ropa ponerse. Y yo la dejo, no me queda otra, está creciendo y haciéndose independiente. Quiere hacerlo todo ella sola, aunque todavía quiere a mamá cerca, en caso de que necesite la ayuda maternal.

Habla sin parar, opina sobre cualquier cosa, todo lo sabe. Escucha con atención lo que se dice, no se le pasa nada, cree saberlo todo.  Está creciendo sí, pero al mismo tiempo todavía sigue siendo tan vulnerable y dependiente como cuando era una bebé.  


lunes, 5 de septiembre de 2011

Entretiempo

¿Qué hacemos las madres y los padres durante este inclemente entretiempo, ese limbo que transcurre entre el verano que se acaba (aunque todavía haga un calor de los mil demonios) y el regreso al cole? Buena pregunta. Y la hago porque mientras yo y muchos otros padres y madres ya regresamos al trabajo después de darnos unas cuantas zambullidas en el mar, tostarnos al sol como pollos a la brasa y pasarla bien con nuestros hijos, éstos todavía siguen de vacaciones, eternas vacaciones que parecen no acabar nunca!

Pues bien, cada quien se las ingenia como puede. Después de las tres semanas de descanso que me tocaban en mi nuevo trabajo, tuve la suerte de que mi hermano Pedro que nos vino a visitar desde Venezuela, no tuvo reparos en hacer de canguro o babysitter durante los primeros días de su estadía en Barcelona. Una experiencia totalmente nueva para él y que disfrutó enormemente, respondiendo lo mejor que pudo a las incesantes preguntas de por qué, por qué y por qué de mi pequeña de cuatro años.

Una semana duró el babysitting de mi hermano y ¿ahora qué? me pregunté con cierta ansiedad. Pues bien, junto con una amiga que pasaba por el mismo problema que yo, decidimos contratar  una canguro para que estuviera con nuestras hijas, que además son amiguitas desde pequeñas, y las entretuviera mientras sus madres nos íbamos a trabajar. La experiencia ha resultado de lo mejor. Con Natalia, que además les habla en inglés todo el tiempo, se la han pasado super bien. La opción nos pareció mejor que volver a inscribirlas en otro campamento de verano. Mi amiga puso su casa a la orden, compartimos el costo de la canguro por las dos semanas, y una contribución por la comida y las salidas que hacen que pueden incluir antojistos de heladitos, chuches, etc. Creo que como madres mi amiga y yo fuimos bastante creativas y todo nos ha salido requetebien. 

¿Qué han hecho ustedes con los hijos en el entretiempo? Me encantaría saber, espero sus comentarios.

miércoles, 1 de junio de 2011

Como esponjas y loritos

Las madres no dejamos de sorprendernos de lo que nuestros hijos pueden decir o hacer a edades tan tiernitas como la que tiene mi hija, tres años y siete meses. Y es que esta historia de que son como esponjas que todo lo absorben, y como loritos que todo lo repiten es tan cierta... Lean estos brevísimos fragmentos de los comentarios y preguntas que hizo mi pequeña el otro día mientras compartíamos con la familia y amigos el histórico partido entre el Barça y el Manchester United:


- Vamos…, a correr para el otro lado, – le gritaba a los chicos de Guardiola cuando estos se alejaban demasiado del terreno del Manchester, donde tenían que estar.

- Ufff, por poquito! Exclamó varias veces imitando la expresión de alivio de nosotros los adultos cada vez que el Barça estaba a punto de meter un gol pero no lo lograba.

- ¿Por qué mami? ¿Por qué hacen eso?, preguntó extrañada al ver que los jugadores saltaban y se abrazaban cada vez que marcaron los dos hermosos goles con los que le ganaron al Manchester.

- Ah! Qué bien jugaron! Fue la correcta sentencia que emitió al terminar el juego.

- ¿Y eso qué es? ¿Una copa? Ah si, como la tuya mami - dijo señalando la copa de vino que yo tenía en mis manos para celebrar – pero más graaaaande, claro!

Como nos reímos esa noche por el triunfo y por las divertidas ocurrencias de mi niña.