Estas vacaciones de
Semana Santa me agarraron desprevenida, sin planes, sin ideas de qué hacer y
con mucho trabajo pendiente que requería urgente atención. Me sorprendieron además cansada y triste por
la repentina enfermedad y posterior fallecimiento de mi papá en Venezuela, a quien
logré ver antes de que partiera, gracias a Dios!
Esto viene al caso porque buscando y buscando en internet
sugerencias de qué hacer, adónde ir y cómo inventar algo divertido para pasarla
bien con mi hija estos días (todo un poco a última hora), me tropecé con un
concepto que no es nuevo pero que si pareciera hacerse cada vez más relevante,
sobretodo en momentos en que quizá mucha gente se esté empezando a plantear
viajar menos al extranjero y disfrutar más en el propio país de residencia, por
aquello de la crisis, de gastar menos, del terrorismo…y pare de contar.
Se trata del Staycation,
vacaciones en casa, en el lugar donde uno vive. Y es precisamente lo que hice con mi hija esta Semana Santa: nos quedamos en Barcelona y disfrutamos muchísimo
de todo lo que esta hermosa ciudad (que es ahora nuestro hogar) tiene que
ofrecer.
El aperitivo de la Semana Santa, de lo que estaba por venir, lo tuvimos el lunes en la noche: fuimos a la Iglesia de St. Georges Barcelona a escuchar al coro juvenil de la Universidad de Nottingham- Inglaterra- https://www.facebook.com/RevivalGospelChoir/, que estaban de visita en la ciudad. Un verdadero deleite, unas voces espectaculares y una alegría desbordante.
Lunes, martes y miércoles durante el día fueron de trabajo para mí. Nada de tomarse la semana entera, no es posible esto cuando uno acaba de comenzar un negocio propio y todo depende de tu propio esfuerzo.
Así que los días de verdadero descanso comenzaron el Jueves
Santo. Ese día disfrutamos de un rico almuerzo familiar en casa con mi hermana
y mi cuñado, un suculento pollo a la
brasa con papas al horno, croquetas y alioli (una mayonesa con ajo y aceite de
oliva, típica de estas tierras, que es una divinidad), un buen vino y una rica
conversación.
El Viernes Santo dormimos hasta media mañana (se nos “pegaron las sábanas” a ambas) y después de desayunar, jugamos una partida de ajedrez (a mi hija le encanta jugar ajedrez y me reta con sus movimientos estratégicos). A la hora de la comida decidimos irnos al centro de la ciudad a comer en uno de nuestros
Todavía con bastante viernes por delante, en la tardecita, decidimos irnos a nadar a la piscina municipal para hacer un poco de ejercicio y divertirnos juntas en el agua.
El sábado nos quedamos en casa, adelantando los deberes
escolares, mirando la tele, leyendo cuentos, tomándonos unas ricas siestecitas y haciendo
un delicoso pastel de chocolate para celebrar la Pascua.
La actividad central del domingo de Pascua fue en la Iglesia
a la que asistimos cada semana –St George´s Church Barcelona http://www.st-georges-church.com. Un día muy
especial, día de resurrección, de esperanza, promesa de vida nueva, del renacer
de la fe y el amor. Un día así había que
disfrutarlo al aire libre y para ello nos fuimos al Laberinto de Horta, un
espacio verde en la ciudad donde se puede pasar un rato estupendo en familia.
El broche de oro de estas vacaciones lo pusimos el lunes en el Parque de Atracciones Tibidabo https://www.tibidabo.cat/, donde nos pasamos todo el día juntas disfrutando de lo que este lugar tiene que ofrecer. Estuvimos felices, y lo que más me gustó fue que al final del día, antes de irse a la cama, mi hermosa hija me dijo estas frases tan agradecidas y conmovedoras:
- “Gracias mami por organizar todas estas actividades. ¿Sabes lo que más me gustó de todo lo que hicimos?
- - ¿Qué fue lo más te gustó mi pequeña?
- - ¡Que te ví feliz, contenta y relajada!, me dijo con su amplia sonrisa y ese brillo en los ojos tan suyo.
- - Si, lo sé. Yo me sentí muy bien mi amor, gracias por decirme esto, le respondí con un nudo en la garganta.
Ella se durmió y yo me quedé pensando: “Huumm! Qué rico
que te digan estas cosas tan bellas porque entonces la vida la pones en perspectiva. Así que después de estos días hermosos y felices, comienzo la semana de trabajo con las pilas (las
baterías) recargadas y el amor por mi hija al 1000 por ciento.