miércoles, 9 de septiembre de 2009

"Networking" con mi bebita en brazos.

Tengo que escribir sobre una experiencia que tuve anoche, porque para mi, como mamá y como mujer profesional que soy, es un ejemplo más de los malabares que hacemos las madres para poder estar en todo.

Comenzaré diciendo que a mi me encanta socializar, me fascina compartir y charlar con amigos y conocidos, y sobretodo establecer nuevas y fructíferas relaciones. Donde quiera que he ido por el mundo a vivir y a trabajar (mi oficio como corresponsal extranjera me ha llevado a varios países en los últimos diez años!) siempre he buscado conectar con personas que tengan intereses afines a los mios. Y así he hecho un montón de amistades, la mayoría de las cuales permanecen fuertes y solidarias, a pesar del tiempo y la distancia geográfica que nos separa.

Así que cuando Amanda (una amiga de una querida amiga mía) me invitó para que asistiera a un evento de "networking" de la Red de Mujeres de Barcelona y la Red de Mujeres Profesionales Europeas, enseguida pensé que claro que me encantaría ir. Me puse a cuadrar la logística correspondiente: buscar canguro (babysitter) para que cuidara de mi hija por unas tres o cuatro horas, mientras yo iba al evento que comenzaría a las siete y media de la noche.

A las cinco de la tarde de ese mismo día, las dos chicas que me hacen de canguro y las únicas a las que le confío el cuidado de mi hija, me informaron que no podrían hacer el trabajo porque habían adquirido otros compromisos con anterioridad. Así que me vi en el dilema: voy o no voy.
Ir significaba, por supuesto, llevarme a mi hija. No ir era perder la oportunidad de hacer contactos profesionales interesantes, sembrar la semilla de potenciales nuevas amistades, disfrutar de una copita de vino en un ambiente acogedor, justo cuando todavía estoy en el proceso de adaptación a mi nueva vida aquí en Barcelona.

Cuando pensé en la opción de ir, me imaginé la escena y estuve a punto de tirar la toalla: me ví con mi hijita de dos años cargada en brazos durante toda la velada, haciendo piruetas para poder tomar pequeños sorbos de cualquier bebida, y al mismo tiempo, mantener una conversación coherente con mis interlocutores. "Será un desastre", pensé. "Mejor me quedo en casa, ya habrá otros momentos de hacer este 'networking', me dije para consolarme.

Pero no me quedé tranquila, y decidí llamar a la organizadora del evento, quien muy amablemente me dijo que no había ningún problema, que podía llevar a Lucía conmigo. Esto no me lo dijo ella, pero claro yo sabía que si lo hacía era a mi cuenta y riesgo.

Para no hacer este cuento más largo, mi gran sorpresa fue que mi hermosa hija, que al parecer ha copiado de su madre este carácter gregario, se portó como toda una reina. Cierto, al comienzo estuvo muy tímida y sólo quería estar en mis brazos, pero poco tiempo después comenzó a corretear por la terraza al aire libre donde estábamos y descubrió que en el grupo había una niña de siete años dispuesta a jugar con ella.

Así que lo que en mi mente se presagiaba como un desastre, al final no fue tal. Yo la pasé muy bien. Claro, no le quité la mirada de encima en ningún momento, pero pude conversar un rato y relajarme. Y ella, disfrutó de un momento diferente, y de paso se convirtió en la "networker" más joven de esta red de mujeres.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Más "madres tardías" en España.

Vuelvo al blog después de las vacaciones de verano con la inquietud de indagar un poco más sobre la realidad demográfica de la "maternidad tardía" en el mundo. Siento curiosidad por saber cuántas madres maduritas como yo hay, y si efectivamente las cifras reflejan un aumento significativo en esta tendencia de muchas mujeres de retrasar el momento de tener familia.

Los primeros datos con los que me encuentro, los de España, país en el que resido actualmente, son tan elocuentes y llamativos que hasta han llegado a ocupar titulares en los diarios nacionales.
Según la más reciente Encuesta de Movimiento Natural de Población del Instituto Nacional de Estadísticas relativa al año 2006, los nacimientos en mujeres de entre 40 y 50 años de edad aumentaron en un 79 por ciento en apenas seis años, desde la entrada del nuevo milenio. En cifras absolutas, estamos hablando de un total de 10.143 nacimientos de madres entre 40 y 50 años en 2000, y de 18.186 en 2006.

Las estadísticas del INE reflejan un dato aún más revelador: los nacimientos en mujeres de 50 años o más aumentó en un 160 por ciento. En 2000 hubo 20 nacimientos en mujeres pertenecientes a esta franja de edad, mientras en 2006 la cifra aumentó a 52 casos.

En general, la edad media en la que las españolas tienen a sus hijos fue de 30.98 años en 2007, y se calcula que para 2014 la media aumente a 31.7 años.

Consultado sobre las razones por las cuales la mujer moderna se plantea tener hijos a una edad más madura, el presidente de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), Buenaventura Coroleu le dijo a la agencia de noticias EFE que, entre otras cosas, el aumento de la expectativa de vida es uno de los factores que explica esta tendencia. “Antes, a partir de los sesenta o setenta años se consideraba que una persona era vieja, ahora es madura y le quedan por delante varios años de vida”.

Asi es, todavía nos queda tiempo por delante para ser, hacer y disfrutar de una “segunda vida”, como dice la periodista y escritora francesa Christiane Collange.